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Amalia Quirós "Entre el cielo y la tierra"

Texto de Josela Maturana sobre la exposición de Amalia Quirós " Entre el cielo y la tierra"


La pintura de Amalia Quirós, muestra en esta exposición, lo que del cielo y la tierra puede la creación arrancarle al sueño. Conocemos ese lenguaje tan personal y diferenciado de la artista en su obra anterior. Ahora esa singularidad se manifiesta doblemente, por un lado brota en el plano terrenal, encarnada en pájaros, que parecen quietos; plácidos y observadores de un paisaje inexistente y que, sin embargo, aparece presente, aliándose invisiblemente con esos exóticos seres, atentos al menor susurro de una rama, a la suave danza de las hojas de un árbol, al claroscuro que los cruza y atraviesa otorgándoles la ilusión de un movimiento.



Por otro lado, el plano celestial reverbera en los ángeles y arcángeles, reiterados y recreados en la pintura de Amalia, como un legado de ensoñación y una promesa de vida embellecida, confiada en la protección de esos dulces e inigualables entes, que la artista logra humanizar.

En ambos casos, hay rasgos que definen una realidad y una sugerencia. La importancia del color, que es vibrante siempre, a veces modelado en una planitud ancha de túnicas y pliegues, que nos permiten una mirada minuciosa de los detalles, así como una globalidad visual que engrandece a las figuras. Algo o mucho de una tradición seráfica se contiene en estos ángeles, el influjo de Zurbarán que se expande a otros cromatismos y simbolismos heredados y propios. El uso evidente del dorado propicia una afirmación del amor por una estética lejana y depositada en la fragmentación de los mosaicos, hasta la parcelada y explosiva enunciación de los cuadros de Gustav Klimt. Aparece en algunos casos una deformidad expresiva, que no sólo es fisiológica, sino, sobre todo, icónica. La mezcla cromática es una evidencia del juego consciente e inconsciente con el que la artista resuelve y consolida sus obras. No exentos de emoción, estos ángeles se delatan sobre todo en sus ojos. Ojos agrandados por el misterio, por la bondad redentora, por la piedad que los amplía hasta hacerlos tocar dos orillas opuestas, la del retratado y la del espectador. Tejidos y objetos acompañan estas obras, en las que la naturaleza se suspende en un silencio expectante. Pareciera que los pájaros, en un inesperado instante, levantaran el vuelo. O que los ángeles turiferarios balancearan sus metálicos atributos desprendiendo por la sala el incienso guardado de su resurrección y de nuestro asombro.



En esta simulada quietud, pájaros, flores, ángeles y arcángeles, cobran vida y mansedumbre, incluso pudiera ocurrir una eclosión de sonido, activa plasticidad, encuentro de lo vivo y lo soñado. Así, con esta exposición, Amalia Quirós ha logrado con sus pinturas, habitar lo que hay entre el cielo y la tierra. Y ahí estamos nosotros, prendidos del abismo y necesitados de esperanza.

 

 

Josela Maturana



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