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Emmanuel

Texto de Maribel Gómez Cama sobre la exposición "Las Alas de la Paloma" de Emmanuel Grunstein.




EL TAHÚR DE LAS LUCES Y LAS SOMBRAS

Subiendo las escaleras al universo Grunstein, la luz blanca se empapaba de una escandalosa provocación para vestir aquella sala que tantas veces había visitado.

Artista en estado puro. Folklore fucsia y blanco que, en un amago de querer envestirnos con cierta seriedad, unía botones dorados con ojal militar. Gafas sin Cristal porque tan falsa como innecesaria es la lente cuando pupilas coléricas ven solo su distinta realidad.

De repente la luz blanca mutó en oscuridad y esa oscuridad, que esperpéntica buscaba la catrina, mutó en verdes, azules, morados y amarillos. Colores que se balanceaban sobre un bigote que emulaba a Dalí. ¡Ay si Dalí se mirase en los ojos de Emmanuel y Emmanuel disparase objetivos con pincel!

Igual que un lienzo caprichosamente entendido aparecía un rostro o una imagen que rozaba la maravilla de lo irreal.

Caminaba lentamente como se hace sobre alquitrán y en cada lento paso las manos invisibles de aquellos rostros que me empujaban de uno a otro como guiada por un hilo invisible que anulaba mi voluntad. Mis pupilas descansaban sobre un antifaz, sobre otros ojos que, más cerca de ser dioses, se alejaban del simple mortal. Dios provocador de los instintos encerrados tras Cristal.

Ojos los míos que se clavaban sobre un santo que, más que santo, se le antojaba pecado buscando ansioso a su pecador. Lo miro, y levanto la mano para ser yo.

Ojos que sobre perfectas anatomías dejaban de ser humanas para convertirse en su zenit en algún curioso animal …llámese camaleón o dígase pez.

Ojos perversos los míos que con un balanceo de mirada hubiese sido capaz de desprender las flores que cubrían tan obsceno lugar…¡ Y me pesan los ojos de tanto mirar!

El universo Grunstein, un lugar donde la provocación se hace arte y arte insinuación . La desvergüenza del sin vergüenza que nace tocado por la vara mágica del ojo avizor.

Viaja sin equipaje a ese lugar donde ni los prejuicios ni los valores te valen como no te valen las caretas singulares que para eso están sus personajes.

Que tu billete sean tus ojos abiertos de par en par y ese índice y pulgar que apertura lo que puede por si tuviese bien, algo nuevo que mostrar.

Un acento melodioso que nos cuenta y disculpa torpemente a veces lo que su rebelde mirada despierta en su flash. Traviesa sonrisa que

cantarina se escapa porque este artista no entiende de retóricas, de públicos ni de palabras porque su voz es la luz y su grito esa sombra que se hace viva en la oscuridad.

Emmanuel Grunstein el tahúr que un simple click te puede engañar con una realidad cambiante que no es más que irrealidad.


Maribel Gómez Cama



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