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La mirada esquiva

Texto escrito por la poeta JOSELA MATURANA sobre la exposición "La mirada esquiva" de la galería Espacio·Uno. Reunía la obra de artistas como Inés Gontad, Lita Mora, Carlos C. Laínez, Paco Sanguino, Carmen Guerrero, Jorge Boccardo, Lucrecia González Santiago, Jose Luis Díaz de la Torre, Luis Quintero y los videocreadores Manuel del Valle y Rafael Amaya.





     Reunir una mirada múltiple y heterogénea, varias miradas que, a su vez, están mirando un modo de mirar, no esa forma fija y penetrante que atraviesa o sacude; tampoco la que se inclina y parece descender y luego subir igual que las alas de un pájaro en el proceso majestuoso de un vuelo desplegado y abierto, ese vuelo que avanza o gira para retroceder.

No, lo que se reúne y se muestra en esta exposición es otra mirada muy distinta, que parece apartarse del mundo, visible o invisible, única referencia, superficie táctil con la que contamos previamente y que es clave para un encuentro propicio, el de la mirada que se descubre cuando se mira de frente, o cuando los ojos se desvían pero buscan un asidero, un puente, el túnel que recorre la visión hasta llegar a algo que pueda ser convergente y, por lo tanto, palpitante y conmovedor.

Lo que vemos son las obras de un grupo de artistas que expresan con su plasticidad, lenguaje e inquietante propuesta una huida, una fuga que no sabemos a dónde se dirige, un desplazamiento deliberado e inevitable, emanado de la propia vida, de lo que somos y acaso no podemos revelar, de lo que deseamos ser y nos es negado, lo que nos obliga y empuja a mirar allí donde el contemplador supone que está la nada, el vacío o la redención que quisiéramos ocupar y sentir como nuestra.

Así es la mirada esquiva que, en lo creado, se nos ofrece como una defensa óptica, artística y vital de la soledad. Una soledad que busca más allá, fuera de nosotros y de todo lo conocido y abarcable. Una hermosa y enigmática autonomía que no desbroza ni la forma ni el fondo de la mirada y del abismo de la no mirada.

Todo puede ser esquivo: el hambre y la sed, la luz, el amor, la pasión y el deseo, los sueños y la libertad. Pero el arte nos otorga la posibilidad detenida de saber siempre que mirar hacia otro lado es fruto de una inexorable necesidad que se manifiesta como rebeldía o protección, cuyo escudo irradia todas las tentativas y las indagaciones que brotan en lo creado. Y que lo esquivo conlleva no estremecernos porque ese rostro o ese cuerpo ajeno que pudiese, al enfrentarse directamente a nosotros también estremecerse, se aleja, es asimismo un acto emocionado que aúna todas las miradas que tal vez anhelan desesperadamente que alguien les ponga delante, donde no había nada, una forma reconocible, un paisaje habitable, otros ojos que se demoran o dilatan y no hieren al mirar. Esas miradas esquivas que este grupo de artistas nos entregan con la provocadora e inmensa fortuna de hallar, entre tantas islas insospechadas y desconocidas, todo el mar.


JOSELA MATURANA






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